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viernes, 12 de octubre de 2012

APOCALIPSIS SEGÚN SAN JUAN (SRI AUROBINDO)

APOCALIPSIS SEGÚN SAN JUAN (SRI AUROBINDO)




El Maestro Melquisedec del Aire, Sri Aurobindo, en el mensaje transmitido en Autres Dimensions, el día 15 de julio del 2012 «http://isismikael.blogspot.pt/2012/07/sri-aurobindo-el-fuego-del-amor.html», ha pedido leer el Apocalipsis de San Juan.
Por ello, nosotros hemos editado y preparado la siguiente publicación.

San Juan en la Isla de Patmos

APOCALIPSIS SEGÚN SAN JUAN
(SRI AUROBINDO)


El libro del Apocalipsis (llamado también, Apocalipsis de San Juan) es un libro de la Biblia –El Libro Sagrado del Cristianismo – es el último de la selección del Canon Bíblico.

La palabra Apocalipsis, del griego ποκάλυψις ωάννου [Apokálypsis Ioánnou] (término usado por primera vez, por F. Lücke, en 1832), que significa “Revelación”.

Un “Apocalipsis”, en la terminología del Judaísmo y del Cristianismo, es la revelación divina de cosas que hasta entonces, permanecían secretas a un profeta escogido por Dios.

Por extensión, se designo como “Apocalipsis” a los relatos escritos de esas revelaciones. Debido al hecho de, de que en la mayoría de las biblias en lengua portuguesa, se usa el título de Apocalipsis, en lugar de Revelación. El significado de la palabra se torno oscura, siendo a veces, usado como sinónimo (erróneo) del “fin del mundo”.

En este libro de la Biblia, se cuenta que antes de la batalla final, los ejércitos se reúnen en la planicie, abajo de “Har Megiddo” (Campo de Colinas).
Sin embargo, la traducción fue errónea, y Har Megiddo fue traducido como Armagedom, quedando la cita, como que los ejércitos se reunirán en la planicie antes del Armagedom, la batalla final.




CAPÍTULO 1
Cristo en medio de los Candeleros. (Ap. 1:12-20)

La Revelación de Jesucristo

1.1.- La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos, las cosas que debían suceder pronto; y la declaró, enviándola por medio de su ángel, a su siervo Juan.

1.2.- Quien ha dado testimonio de la palabra de Dios, y del testimonio de Jesucristo, y de todas las cosas que ha visto.

1.3.- Bienaventurados aquellos que leen, y aquellos que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas, porque el tiempo está cerca.


SALUTACIONES A LAS SIETE (07) IGLESIAS

1.4.- Juan, a las siete iglesias que están en Asia: Gracia y Paz a vosotros, del que Es y que Era, y que ha de venir, y de los siete espíritus que están delante de su trono.

1.5.- Y de parte de Jesucristo, el testigo fiel, el primogenito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre,

1.6.- Y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre. A Él sea la Gloria y el Imperio, por los siglos de los siglos, Amén.

1.7.- He aquí, el que viene con las nubes, y todo ojo le verá; y los que le traspasaron. Y todas las tribus de la tierra, harán lamentación por Él. Ciertamente, Amén.

1.8.- Yo soy el ALFA y la OMEGA, el PRINCIPIO y el FIN, dice el Señor, el que Es y que Era y que ha de venir, el Todopoderoso.


UNA VISIÓN DEL HIJO DEL HOMBRE

1.9.- Yo, Juan, vuestro hermano, y copartícipe vuestro en la tribulación, en el reino y en la perseverancia de Jesucristo, estaba en la isla llamada Patmos, por causa de la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo.

1.10.- Yo estaba en el Espíritu, en el día del Señor, y oí detrás de mí, una gran voz, como de trompeta,

1.11.- Diciendo: Lo que ves, escríbelo en un libro, y envíalo a las siete iglesias que están en Asia: Éfeso, Esmirna, Pergamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea.

1.12.- Me voltee para ver, quién hablaba conmigo; y lo que vi, fueron siete candeleros de oro.

1.13.- Y en el medio de los siete candeleros, un semejante al Hijo del Hombre, vestido con ropas que llegaban hasta los pies, y a la altura del pecho, ceñido con un cinturón de oro.

1.14.- Su cabeza y sus cabellos, eran blancos como blanca lana, como nieve; los ojos como llamas de fuego.

1.15.- Los pies, semejantes al bronce pulido, como si hubiera sido refinado en un horno; y su voz, como el bullicio de muchas aguas.

1.16.- Tenía en su mano derecha, siete estrellas, y de su boca salía una espada afilada de dos hojas; y su rostro brillaba como el sol, en todo su esplendor.

1.17.- Cuando lo vi, caí a sus pies como muerto. El puso su mano derecha sobre mí, diciendo: “No temas, Yo Soy el Primero y el Último;

1.18.- Y aquel que vive, y estuvo muerto, mas veme aquí, estoy vivo, por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y del hades.

1.19.- Escribe las cosas que has visto, y las que son, y las que han de suceder después de éstas.

1.20.- En relación al misterio de las siete estrellas que viste en mi mano derecha, y los siete candeleros de oro: Las siete estrellas son los Ángeles de las siete iglesias, y los siete candeleros que has visto, son las siete iglesias.



CAPÍTULO 2
Mapa del Mundo Antiguo, con la localización de las siete iglesias


MENSAJES A LAS SIETE IGLESIAS.
EL MENSAJE A EFESO:

2.1.- Al Ángel de la Iglesia en Éfeso, le dice:
(El que tiene las siete estrellas en su mano derecha, el que anda en medio de los siete candeleros de oro, dice esto: )

2.2.- Conozco tus obras, tu labor y perseverancia, y que no puedes soportar malos hombres, y que pusiste a prueba a los que así mismos, se declarar apostoles; y no lo son, y los has hallado mentirosos;

2.3.- Y has sido perseverante, has soportado pruebas por causa de mi nombre, y no has decaído.

2.4.- Pero tengo contra ti, que abandonaste a tu primer amor.

2.5.- Recuerda, por lo tanto, dónde has caído y arrepiéntete; y vuelve a la práctica de las primeras obras; si no, vendré a ti y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido.

2.6.- Pero tienes a tu favor, que aborreces las obras de los nicolaítas, las cuales también aborrezco.

2.7.- Quien tiene oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias: Al vencedor, le daré de comer del árbol de la vida, que se encuentra en el paraíso de Dios.


EL MENSAJE A ESMIRNA:

2.8.- Al Ángel de la Iglesia en Esmirna, le dice:
(El primero y el ultimo, el que estuvo muerto y vivió, dice esto: )

2.9.- Conozco tu tribulación, tu pobreza (pero tú eres rico) y la blasfemia de los que a sí mismos se declaran judíos, y no lo son, sino sinagoga de Satanás.

2.10.- No temas en nada, lo que tendrás que sufrir. He aquí, el diablo echará a algunos de vosotros, en la cárcel, para que sean puestos a prueba, y tendrás tribulación por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y te daré la corona de la vida.

2.11.- Quien tiene oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias: El vencedor, de ningún modo sufrirá daño de la segunda muerte.


EL MENSAJE A PÉRGAMO:

2.12.- Al Ángel de la Iglesia en Pérgamo, le dice:
(El que tiene la espada afilada de doble hoja, dice esto: )

2.13.- Conozco el lugar donde habitas, donde está el trono de Satanás; pero conservas mi nombre, y no has negado mi fe, ni aún en los días de Antipas, mi testigo fiel, quien fue muerto entre vosotros, donde mora Satanás.

2.14.- Tengo todavía, algunas cosas contra ti, que tienes ahí, a los que sustentan la doctrina de Balaam, que enseñaba a Balac, a poner trampas delante de los hijos de Israel, para que comieran de cosas sacrificadas a los ídolos, y practicaran la prostitución.

2.15.- Además, también tienes a los que de la misma forma, sustentan la doctrina de nicolaítas, la que yo aborrezco.

2.16.- Por lo tanto, arrepiéntete, si no, vendré a ti pronto, y pelearé contra ellos, con la espada de mi boca.

2.17.- Quien tiene oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias: Al vencedor, le daré de comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y sobre la piedrecita escrito, un nombre nuevo, a quien nadie conoce, excepto aquel que lo recibe.


EL MENSAJE A TIATIRA:

2.18.- Al Ángel de la Iglesia en Tiatira, le dice:
(El Hijo de Dios, el que tiene ojos como llamas de fuego, y pies semejantes al bronce pulido, dice esto: )

2.19.- Conozco tus obras, tu amor, tu fe, tu servicio, tu perseverancia y tus últimas obras, que son más numerosas que las primeras.

2.20.- Pero tengo contra ti, que toleras que esa mujer, Jezabel, que se llama a sí misma, profetiza, enseñe y seduzca a mis siervos a practicar la prostitución y a comer cosas sacrificadas a los ídolos

2.21.- Les he dado tiempo para que se arrepintiesen, pero ella todavía no quiere arrepentirse de su prostitución.

2.22.- He aquí, postrado en la cama y en gran tribulación, a los que con ella adulteran; si no se arrepienten de las obras que ella incita.

2.23.- Y a sus hijos heriré de muerte, y todas las iglesias sabrán que yo soy aquel que escudriña mentes y corazones, y les daré a cada uno, según sus obras.

2.24.- Les digo todavía, a vosotros y a los demás que están en Tiatira, quienes no tienen esa doctrina y que no han conocido, como ellos dicen, las cosas profundas de Satanás.
Yo les digo: No les impondré otra carga.

2.25.- Sólo conserven lo que tienen, hasta que yo venga.

2.26.- Al vencedor que guarde mis obras, hasta el final, yo le daré autoridad sobre las naciones,

2.27.- Y las regirá con vara de hierro, y serán quebradas en pedazos, como si fuesen objetos de barro;

2.28.- Así como también, yo la recibí de mi Padre; y le daré la estrella de la mañana.

2.29.- Quien tiene oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.



CAPÍTULO 3


EL MENSAJE A SARDIS:

3.1.- Al Ángel de la Iglesia en Sardis, le dice:
(El que tiene los siete Espíritus de Dios, y las siete estrellas, dice esto: Yo conozco tus obras, que tienes nombre de que vives, y estás muerto.)

3.2.- Vigila y afirma las cosas que están preparadas para morir, porque no he hallado tus obras íntegras, delante de Dios.

3.3.- Recuerda, de lo que has recibido y oído, y guárdalo, y arrepiéntete. Puesto que, si no lo vigilas, vendré como un ladrón, y no sabrás, de modo alguno, a qué hora vendré sobre ti.

3.4.- A pesar de todo, tienes a unas pocas personas en Sardis, que no han manchado sus vestiduras, y andarán de blanco a mi lado, porque son dignas.

3.5.- El vencedor será cubierto de vestiduras blancas; y de ningún modo, borraré su nombre del libro de la vida, por el contrario, confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles.

3.6.- Quien tiene oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.


EL MENSAJE A FILADELFIA:

3.7.- Al Ángel de la Iglesia en Filadelfia, le dice:
(El Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre: )

3.8.- Conozco tus obras; he aquí, que he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar; porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi palabra y no has negado mi nombre.

3.9.- He aquí, haré que algunos de los que son de la sinagoga de Satanás, los que se declaran judíos y no lo son, sino que mienten; he aquí que los haré venir para que se postren a tus pies, y reconozcan que yo te he amado.

3.10.- Porque guardaste la palabra de mi perseverancia, yo también te guardaré de la hora de la provocación que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra.

3.11.- Vengo sin tardanza. Conserva lo que tienes, para que nadie tome tu corona.

3.12.- Al vencedor, lo haré columna en el templo de mi Dios, y de allí no saldrá jamás; grabaré sobre él el nombre de mi Dios, el nombre de la ciudad de mi Dios, la Nueva Jerusalén que desciende del cielo, y que viene de parte de mi Dios, y mi nuevo nombre.

3.13.- Quien tiene oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.


EL MENSAJE A LAODICEA:

3.14.- Al Ángel de la Iglesia en Laodicea, le dice:
(He aquí el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios, dice esto: )

3.15.- Conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente!

3.16.- Sólo porque eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.

3.17.- Porque tú dices: Soy rico y afortunado, y no necesito de nada; y no sabes que eres infeliz; si, miserable, pobre, ciego y desnudo.

3.18.- Te aconsejo que de mí compres oro refinado por el fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, para que no se descubra la vergüenza de tu desnudez, y colirio para que unjas tus ojos, para que veas.

3.19.- Yo reprendo y disciplino a los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete.

3.20.- He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguien oye mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él, y él conmigo.

3.21.- Al vencedor, le permitiré sentarse conmigo en mi trono, así como yo también vencí, y me senté con mi Padre en su trono.

3.22.- Quien tiene oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.



CAPÍTULO 4

La puerta abierta en el cielo (Ap. 4:1)
Trono de Esmeralda en el cielo (Ap. 4:2-11)
Las coronas delante del trono (Ap. 4:9-11)


LA ADORACIÓN CELESTIAL

4.1.- Después de esto, miré; y he aquí, una puerta abierta en el cielo, y la primera voz que oí, como de trompetas, hablando conmigo, diciendo: Sube acá, y te mostraré las cosas que deben suceder después de éstas.

4.2.- Inmediatamente, me encontré en el Espíritu, y he aquí, un trono armado en el cielo; y en el trono, alguien sentado.

4.3.- Y el aspecto de aquel que está sentado es semejante a la piedra de jaspe y de cornalina, y alrededor del trono, un arco iris, semejante al aspecto de una esmeralda.

4.4.- Alrededor del trono, hay también veinticuatro tronos, y sentados en los tronos, veinticuatro ancianos, vestidos de blanco, con coronas de oro en sus cabezas.

4.5.- Del trono salían relámpagos, voces y truenos; y, delante del trono ardían siete antorchas de fuego, que son los siete Espíritus de Dios.

4.6.- Y delante del trono había como un mar de vidrio, semejante al cristal, y también, en medio del trono, y alrededor del trono, cuatro seres vivientes llenos de ojos por delante y por detrás.

4.7.- El primer ser viviente era semejante a un león; el segundo, semejante a un ternero; el tercero tenía rostro como de hombre; y el cuarto ser viviente, es semejante a un águila cuando está volando.

4.8.- Y los cuatro seres vivientes, tienen cada uno, respectivamente, seis alas llenas de ojos, por dentro y alrededor; no tienen descanso, ni de día ni de noche, proclamando; Santo, Santo, Santo es el Señor Dios, el Todopoderoso, aquel que era, el que es y el que ha de venir.

4.9.- Cuando esos seres vivientes den gloria, honor y acción de gracias al que se encuentre sentado en el trono, vive por los siglos de los siglos,

4.10.- Los veinticuatro ancianos se postran delante del que está sentado en el trono, adoran al que vive por los siglos de los siglos, y colocan sus coronas delante del trono, proclamando:

4.11.- Tú eres digno, Señor y Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y el poder, porque tú has creado todas las cosas, si, y por tu voluntad existen y fueron creadas.



CAPÍTULO 5

La apertura del libro sellado (Ap. 5:5-14)


EL ROLLO Y EL CORDERO

5.1.- Vi, en la mano derecha de aquel que estaba sentado en el trono, un libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos.

5.2.- Vi, también, a un ángel fuerte que proclamaba a viva voz: ¿Quién es digno de abrir el libro y desatar sus sellos?

5.3.- Sin embargo, ni en el cielo, ni sobre la tierra, ni debajo de la tierra; nadie podía abrir el libro, ni mirarlo.

5.4.-Y yo lloraba mucho, porque nadie fue encontrado digno de abrir el libro, ni de mirarlo.

5.5.- Todavía, uno de los ancianos me dijo: No llores, he aquí el león de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos.

5.6.- Entonces, miré, en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y entre los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado. El tenía siete cuernos y siete ojos, que son los siete Espíritus de Dios, enviados por toda la tierra.

5.7.- Vino, y tomó el libro de la mano derecha de aquel que estaba sentado en el trono;

5.8.- Y cuando tomo el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos;

5.9.- Y entonaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos, porque fuiste inmolado, y con tu sangre compraste para Dios, hombres de toda tribu, lengua, pueblo y nación.

5.10.- Y para nuestro Dios, nos hiciste reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra.

5.11.- Miré y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono, de los seres vivientes y de los ancianos; y su número era millones de millones y millares de millares,

5.12.- Proclamando a viva voz: Digno es el Cordero que fue inmolado, de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza.

5.13.- Entonces, oí a toda criatura que existe en el cielo y sobre la tierra, debajo de la tierra y sobre el mar, y todo lo que en ellos hay, estaba diciendo: Aquél que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, el honor, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos.

5.14.- Los cuatro seres vivientes decían: Amén; y los veinticuatro ancianos se postraron sobre sus rostros y adoraron al que vive por los siglos de los siglos.



CAPÍTULO 6
Los primeros cuatro sellos, cuatro caballeros (Ap. 6:1-8)
El quinto sello, las almas de los mártires (Ap. 6:9-11)
El sexto sello, la destrucción de la naturaleza (Ap. 6:12-17)


LOS SELLOS

6.1.- Vi cuando el Cordero abrió uno de los siete sellos, y oí a uno de los cuatro seres vivientes diciendo, como con voz de trueno: ¡Ven y mira!

6.2.- Vi, entonces, y he aquí un caballo blanco; y el que lo montaba tenía un arco; y le fue dada una corona; y el salió venciendo, y para vencer.

6.3.- Cuando abrió el segundo sello, oí al segundo ser viviente diciendo: ¡Ven y mira!

6.4.- Y salió otro caballo, rojo, y el que lo montaba, le fue dado poder para quitar la paz de la tierra, para que los hombre se maten unos a otros; también le fue dada una gran espada.

6.5.- Cuando abrió el tercer sello, oí al tercer ser viviente diciendo: ¡Ven!. Entonces, vi, he aquí un caballo negro, y el que lo montaba tenía una balanza en la mano.

6.6.- Y oí una voz en medio de los cuatro seres vivientes diciendo: una medida de trigo por un denario; tres medidas de cebada por un denario; y no dañes el aceite y el vino.

6.7.- Cuando el Cordero abrió el cuarto sello, oí la voz del cuarto ser viviente diciendo: ¡Ven!

6.8.- Miré, y he aquí un caballo amarillo; el que lo montaba tenía por nombre, muerte, y el Hades le seguía; le fue otorgada autoridad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con espada, de hambre, con la mortandad y con las fieras de la tierra.

6.9.- Cuando abrió el quinto sello, vi, debajo del altar, las almas de aquellos que habían sido muertos por causa de la palabra de Dios, y por causa del testimonio que llevaban.

6.10.- Y clamaban a viva voz, diciendo: ¿Hasta cuándo, el Soberano Señor, santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre, en los que moran en la tierra?

6.11.- Entonces, a cada uno de ellos, le fue dado una vestidura blanca, y les dijo que descansaran un poco de tiempo, hasta que se completara el número de sus consiervos y sus hermanos, que también serían muertos, igual que ellos.

6.12.- Vi cuando el Cordero abrio el sexto sello, y sobrevino un gran terremoto. El sol se puso negro, como tela de cilicio, y la luna se volvió toda como sangre,

6.13.- Las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como la higuera deja caer sus higos verdes, cuando es golpeada por viento fuerte,

6.14.- Y el cielo se recogió como un pergamino cuando se enrolla. Entonces, todos los montes e islas, fueron movidos de su lugar.

6.15.- Los reyes de la tierra, los grandes, los comandantes, los ricos, los poderosos y todo esclavo, y todo libre, se escondieron en las cuevas y entre los peñascos de los montes;

6.16.- Y decían a los montes y a los peñascos: Caigan sobre nosotros, y escóndanos del rostro de aquel, que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero;

6.17.- Porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá sostenerse en pie?



CAPÍTULO 7

Recibir el sello de Dios (Ap. 7:2-8)
Ciento cuarenta y cuatro mil sellados, y la multitud vestida de ropas blancas (Ap. 7:3-10)


LOS 144.000 SELLADOS

7.1.- Después de esto, vi a cuatro ángeles en pie, sobre las cuatro esquinas de la tierra, que detenían los cuatro vientos de la tierra, para que ningún viento sople sobre la tierra, ni sobre el mar, ni sobre ningún árbol.

7.2.- Vi otro ángel que subía desde donde sale el sol, que tenía el sello del Dios vivo, y clamó a viva voz a los cuatro ángeles, a quienes se les había dado el poder de hacer daño a la tierra y el mar,

7.3.- Diciendo: No dañes a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que hayamos sellado en sus frentes, a los siervos de nuestro Dios.

7.4.- Entonces, oí el número de los que fueron sellados: ciento cuarenta y cuatro mil, de todas las tribus de los hijos de Israel.

7.5.- De la tribu de Judá, fueron sellados doce mil; de la tribu de Rubén, doce mil; de la tribu de Gade, doce mil;

7.6.- De la tribu de Aser, doce mil; de la tribu de Naftali, doce mil; de la tribu de Manasés, doce mil;

7.7.- De la tribu de Simeón, doce mil; de la tribu de Leví, doce mil; de la tribu de Isacar, doce mil;

7.8.- De la tribu de Zabulón, doce mil; de la tribu de José, doce mil; de la tribu de Benjamín fueron sellados doce mil.


LA MULTITUD VESTIDA DE ROPAS BLANCAS

7.9.- Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, que nadie puede contar, de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas, en pie delante del trono y delante del Cordero, vestidos con ropas blancas, y con palmas en las manos;

7.10.- Y clamaban a viva voz, diciendo: A nuestro Dios que se sienta en el trono, y al Cordero, pertenecen la salvación.

7.11.- Todos los ángeles estaban en pie alrededor del trono, los ancianos y de los cuatro seres vivientes; se postraron sobre sus rostros, delante del trono y adoraron a Dios.

7.12.- Diciendo: ¡Amén! La bendición, la gloria, la sabiduría, las acciones de gracias, el honor, el poder y la fortaleza, sean a nuestro Dios, por los siglos de los siglos, Amén.

7.13.- Uno de los ancianos tomó la palabra, diciéndome: Estos que se visten de vestiduras blancas, ¿Quiénes son y de dónde han venido?

7.14.- Le respondí: Mi Señor, tu lo sabes. Él, entonces, me dijo: Son estos los que han salido de la gran tribulación, lavaron sus vestiduras, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero,

7.15.- Razón por la cual, están delante del trono de Dios, y le sirven de día y de noche, en su templo; y el que está sentado sobre el trono, extenderá su tabernáculo sobre ellos.

7.16.- Jamás tendrán hambre, nunca más tendrán sed, el sol no caerá sobre ellos, ni calor alguno,

7.17.- Porque el Cordero que se encuentra en el medio del trono, los pastoreará, y los guiará hacia fuentes de aguas de vida; y Dios enjuagará toda lágrima de sus ojos.



CAPÍTULO 8

El séptimo sello, siete ángeles, siete trompetas (Ap. 8)
Trompeta, seir primeros juicios (Ap. 8:6-13 y Ap. 9)


EL SÉPTIMO SELLO

8.1.- Cuando el Cordero abrió el séptimo sello, hubo silencio en el cielo, por casi media hora.

8.2.- Entonces, vi a los siete ángeles que estaban en pie delante de Dios, y les fueron entregadas siete trompetas.

8.3.- Entonces, vino otro ángel y se quedó en pie junto al altar, con un incensario de oro; y se le dio mucho incienso para ofrecerlo a las oraciones, de todos los santos, sobre el altar de oro que estaba delante del trono;

8.4.- Y de la mano del ángel, subió a la presencia de Dios, el humo del incienso con las oraciones de los santos.

8.5.- Y el ángel tomó el incensario, lo llenó del fuego del altar, y lo arrojó a la tierra. Y hubo truenos, voces, relámpagos, y terremoto.


LAS TROMPETAS

8.6.- Entonces, los siete ángeles que tenían las siete trompetas, se prepararon para tocar.

8.7.- El primer ángel tocó la trompeta, y hubo granizo y fuego, mezclados con sangre, que fueron lanzados a la tierra. Fue, entonces quemada la tercera parte de la tierra, de los árboles, y también toda hierba verde.

8.8.- El segundo ángel tocó la trompeta, y como una gran montaña ardiendo en fuego, fue precipitada en el mar; y la tercera parte del mar se convirtió en sangre.

8.9.- Y murió la tercera parte de los seres vivientes, existentes en el mar; y la tercera parte de las embarcaciones, fue destruida.

8.10.- El tercer ángel tocó la trompeta, y cayó del cielo, sobre la tercera parte de los ríos, y sobre las fuentes de aguas; una gran estrella, ardiendo como una antorcha.

8.11.- El nombre de la estrella es Ajenjo; y la tercera parte de las aguas se convirtió en ajenjo; y muchos de los hombres murieron a causa de esas aguas, porque se volvieron amargas.

8.12.- El cuarto ángel tocó la trompeta, y fue herida la tercera parte del sol, la tercera parte de la luna y la tercera parte de las estrellas; para que la tercera parte de ellos, se oscureciese, y no brillaran en el día como en la noche.

8.13.- Entonces, vi y oí un águila, que volando en medio del cielo, decía a viva voz: ¡Ay! ¡Ay! ¡Ay!, de los que habitan en la tierra; por causa de los otros toques de trompeta, que todavía tienen que tocar los tres ángeles.



CAPÍTULO 9


9.1.- El quinto ángel tocó la trompeta, y vi una estrella que cayó del cielo en la tierra; y se le dio la llave del pozo del abismo.

9.2.- Él abrió el pozo del abismo, y subió humo del pozo como humo de un gran horno; y con el humero salido del pozo, se oscureció el sol y el aire.

9.3.- Y del humo salieron langostas hacia la tierra, y les fue dado poder, como tienen poder, los escorpiones de la tierra,

9.4.- Y les fue dicho, que no dañaran a la hierba de la tierra, ni a cualquier cosa verde, ni a ningún árbol, sino solamente a los hombres que no tienen el sello de Dios en sus frentes.

9.5.- También les fue dado, no que los matasen, sino que los atormentasen durante cinco meses; y su tormento, era como un tormento de escorpión cuando hiere al hombre.

9.6.- En aquellos días, los hombres buscarán la muerte, y no la encontrarán; y ansiarán morir, pero la muerte huirá de ellos.

9.7.- El aspecto de las langostas era semejante a caballos preparados para la guerra; en sus cabezas tenían como coronas de oro; y los rostros, eran como rostros de hombre;

9.8.- También tenían cabello, como cabellos de mujer; sus dientes eran como dientes de leones;

9.9.- Tenían corazas, como corazas de hierro; el ruido de sus alas, era como el estruendo de muchos carros de caballos, corriendo a la batalla;

9.10.- Tenían, todavía, colas, como de escorpiones; y aguijones; y en sus colas tenían poder para dañar a los hombres; durante cinco meses;

9.11.- Y tenían como su rey, al ángel del abismo, cuyo nombre en hebreo es, Abadón, y en griego, Apolión.

9.12.- El primer ¡Ay! pasó; he aquí, después de estas cosas; vienen todavía dos ¡Ay!.

9.13.- El sexto ángel tocó la trompeta, y oí una voz procedente de los cuatro ángulos del altar de oro, que se encuentra delante de Dios,

9.14.- Diciendo al sexto ángel, el mismo que tiene la trompeta: Suelta a los cuatro ángeles que se encuentran atados junto al gran río Eufrates.

9.15.- Fueron entonces desatados, los cuatro ángeles que estaban preparados para la hora, el día, el mes y el año, para matar a la tercera parte de los hombres.

9.16.- El número de los ejércitos de la caballería era de veinte mil veces diez millares; yo oí su número.

9.17.- Así, vi en esta visión, que los caballos y sus jinetes, tenían corazas color de fuego, de zafiro y de azufre. La cabeza de los caballos era como cabeza de león, y de su boca salía fuego, humo y azufre.

9.18.- Por medio de estos tres flagelos, es decir, por el fuego, por el humo y por el azufre que salían de su boca, fue muerta la tercera parte de los hombres;

9.19.- Pues el poder de los caballos estaba en su boca y en sus colas, porque sus colas eran semejantes a serpientes, y tenían cabeza; y con ellas causaban daño.

9.20.- Los otros hombres, aquellos que no fueron muertos por estos flagelos, no se arrepentirán de las obras de sus manos, ni dejaron de adorar a los demonios y a los ídolos de oro, de plata, de cobre, de piedra y madera; los cuales no pueden ver, oír ni andar;

9.21.- Ni se arrepintieron de sus homicidios, ni de sus hechicerías, ni de su prostitución, ni de sus hurtos.



CAPÍTULO 10

El ángel con el librito (Ap. 10)


EL ÁNGEL CON EL LIBRITO

10.1.- Vi otro ángel descendiendo del cielo, envuelto en una nube, con el arco iris por encima de su cabeza; el rostro era como el sol, y las piernas, como columnas de fuego;

10.2.- Tenía en su mano, un librito abierto. Puso el pie derecho sobre el mar, y el izquierdo sobre la tierra,

10.3.- Y exclamó a viva voz, como ruge un león, y cuando hubo clamado, siete truenos emitieron sus voces.

10.4.- Después que hablaron los siete truenos, yo iba a escribir, pero oí una voz que venía del cielo, que me decía: Guarda en secreto las cosas que los siete truenos hablaron, y no las escribas.

10.5.- Entonces, el ángel que vi en pie sobre el mar y sobre la tierra, levantó su mano derecha hacia el cielo,

10.6.- Y juró por aquel que vive por los siglos de los siglos, el mismo que creó el cielo, la tierra, el mar y todo cuanto en ellos existe, que ya no habrá demora,

10.7.- Sino que en los días de la voz del séptimo ángel, cuando él esté preparado para tocar la trompeta; se cumplirá entonces, el misterio de Dios, tal como Él lo anunció a sus siervos, los profetas.

10.8.- La voz que oí, venida del cielo, estaba de nuevo hablando conmigo, diciendo: Ve y toma el libro que está abierto en la mano del ángel que está en pie sobre el mar y sobre la tierra.

10.9.- Fui, pues, hacia el ángel, diciéndole que me diese el librito. Él, entonces, me dijo: Tómalo y cómelo; ciertamente, el será amargo para tu estómago, pero en tu boca, será dulce como miel.

10.10.- Entonces tomé el librito de la mano del ángel, y lo comí; en mi boca era dulce como la miel; pero cuando lo hube comido, mi estómago se tornó amargo.

10.11.- Entonces, él me dijo: Es necesario que profetices otra vez, sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes.



CAPÍTULO 11

La séptima trompeta, los dos testigos y el juicio (Ap. 11)


LOS DOS TESTIGOS

11.1.- Me fue dada una caña semejante a una vara, y también se me dijo: Levántate y mide el templo de Dios, su altar y a los que en el adoran;

11.2.- Sin embargo, deja de lado, el patio exterior del templo, y no lo midas, porque ha sido entregado a los gentiles; ellos, por cuarenta y dos meses, pisarán con sus pies a la ciudad santa.

11.3.- Daré a mis dos testigos que profeticen por mil doscientos días, vestidos de cilicio.

11.4.- Estos testigos son los dos olivos, y los dos candeleros que están en pie, delante del Señor de la tierra.

11.5.- Si alguien pretende hacerles daño, sale fuego de su boca y devora a sus enemigos; y si alguien pretende causarles daño, ciertamente, debe morir.

11.6.- Ellos tienen autoridad para cerrar el cielo, a fin de que no llueva durante los días de su profecía. También tienen autoridad sobre las aguas, para convertirlas en sangre; y para herir la tierra con toda plaga, cuantas veces quieran.

11.7.- Entonces, cuando hayan concluido el testimonio que deben dar, la bestia que surge del abismo peleará contra ellos, y los vencerá y matará,

11.8.- Y sus cadáveres quedarán tirados en la plaza de la gran ciudad que, espiritualmente, se llama Sodoma y Egipto, donde también su Señor fue crucificado.

11.9.- Entonces, muchos de los pueblos, tribus, lenguas y naciones, contemplarán los cadáveres de los dos testigos, por tres días y medio, y no permitirán que sean sepultados.

11.10.- Los que habitan sobre la tierra gozarán sobre ellos, realizarán fiestas y se enviarán regalos, unos a otros; porque estos dos profetas habían atormentado a los habitantes de la tierra.

11.11.- Pero después de los tres días y medio, un espíritu de vida enviado por Dios, en ellos penetró, y se erigieron sobre sus pies; y aquellos que lo vieron, sintieron gran temor;

11.12.- Y los dos testigos escucharon una gran voz, venida del cielo, diciéndoles: ¡Suban!, y subieron al cielo en una nube, y sus enemigos lo contemplaron.

11.13.- En aquella hora hubo un gran terremoto, y rugió la décima parte de la ciudad; muriendo en ese terremoto, siete mil personas; los demás quedaron aterrorizados y dieron alabanzas al Dios del Cielo.

11.14.- Pasó el segundo ¡Ay!. He aquí, y sin demora, ya viene el tercer ¡Ay!


LA SÉPTIMA TROMPETA

11.15.- El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo en el cielo grandes voces diciendo: El reino del mundo es de nuestro Señor y de su Cristo, y Él reinará por los siglos de los siglos.

11.16.- Y los veinticuatro ancianos que estaban sentados en su trono, delante de Dios, se postraron sobre su rostro y adoraron a Dios,

11.17.- Diciendo: Gracias te damos, Señor Dios, Todopoderoso, el que eres y el que eras, porque asumiste tu gran poder y comenzaste a reinar.

11.18.- En la verdad, las naciones se enfurecieron; llegó, sin embargo, tu ira, y el tiempo determinado para juzgar a los muertos, para galardonar a tus siervos, los profetas, los santos y a los que temen tu nombre, tanto a los pequeños como a los grandes; y para destruir a los que destruyen a la tierra.

11.19.- Entonces se abrió el templo de Dios, que se encuentra en el cielo; y fue vista el arca de la alianza en su templo; y hubo relámpagos, voces, truenos, un terremoto y grande granizo.



CAPÍTULO 12

La mujer y el dragón (Ap. 12:1-5)
Guerra en el cielo, Miguel derrota al dragón (Ap. 12:7-12)
Mujer con alas de águila (Ap. 12:14)


LA MUJER Y EL DRAGÓN

12.1.- Se vio una gran señal en el cielo, una mujer vestida de sol, con la luna debajo de sus pies, y una corona de doce estrellas en la cabeza,

12.2.- Quien, viéndose embarazada, grita por los dolores del parto, sufriendo tormentos para dar a luz.

12.3.- También se vio otra señal en el cielo; he aquí, un dragón, grande, rojo, con siete cabezas, diez cuernos, y en sus cabezas, siete coronas.

12.4.- Su cola arrastraba la tercera parte de las estrellas del cielo, las cuales lanzó hacia la tierra; y el dragón se detuvo en frente de la mujer que estaba por dar a luz, a fin de devorar a su hijo, apenas naciese.

12.5.- Dio a luz, un hijo varón, que ha de regir todas las naciones con vara de hierro. Y su hijo fue arrebatado para Dios y su trono.

12.6.- Pero la mujer huyó hacia el desierto, donde Dios le había preparado un lugar, para que allí la sustenten durante mil doscientos en sesenta días.

12.7.- Hubo batalla en el cielo. Miguel y sus ángeles pelearon contra el dragón. También batallaron, el dragón y sus ángeles;

12.8.- Sin embargo, no prevalecieron; ni se halló lugar en el cielo, para ellos.

12.9.- Y fue expulsado el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama Diablo y Satanás, el que engaña a todo el mundo. Si, fue lanzado a la tierra, y con él, a sus ángeles.

12.10.- Entonces, oí una gran voz en el cielo, proclamando: Ahora, ha llegado la salvación, el poder, el reino de nuestro Dios y la autoridad de su Cristo, porque ha sido expulsado el acusador de nuestros hermanos, el mismo que los acusaba de día y de noche, delante de nuestro Dios.

12.11.- Ellos le han vencido, por causa de la sangre del Cordero, y por causa del testimonio que dieron; e incluso delante de la muerte, no amaron su propia vida.

12.12.- Por eso, festejen, los cielos, y ustedes, quienes en ellos habitan. ¡Ay de la tierra y del mar!, porque el diablo descendió hacia ustedes, lleno de gran cólera, sabiendo que le queda poco tiempo.

12.13.- por lo tanto, cuando el dragón se vio en la tierra, persiguió a la mujer que diera a luz, un hijo varón;

12.14.- Le fueron dadas a la mujer, dos alas de la gran águila, para que volase hasta el desierto, a su lugar, allí donde es sustentada durante un tiempo; y tiempos y la mitad de un tiempo, fuera de la vista de la serpiente.

12.15.- Entonces, la serpiente lanzó de su boca, tras la mujer, agua como un río, para que fuese arrastrada por el río.

12.16.- La tierra, sin embargo, ayudó a la mujer; y la tierra abrió su boca y tragó al río que el dragón había arrojado de su boca.

12.17.- Entonces, el dragón se enfureció contra la mujer, y fue a hacer guerra contra el resto de su descendencia; los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesús; y se puso en pie sobre la arena del mar.



CAPÍTULO 13

Los tres animales y el seiscientos sesenta y seis (Ap. 13)


LAS DOS BESTIAS

13.1.- Vi emerger del mar, una bestia que tenía diez cuernos y siete cabezas, y sobre los cuernos, diez coronas, y sobre las cabezas, nombres blasfemos.

13.2.- La bestia que vi, era semejante a un leopardo, con pies como de oso y boca de león. Y le dio el dragón; su poder, su trono y gran autoridad.

13.3.- Entonces, vi una de sus cabezas como herida de muerte, pero esa herida mortal fue curada; y toda la tierra se maravilló, en pos de la bestia;

13.4.- Y adoraron al dragón, porque le dio autoridad a la bestia; también adoraron a la bestia, diciendo: ¿Quién como la bestia? ¿Quién puede luchar contra ella?

13.5.- También se le dio una boca que proferia arrogancias y blasfemias, y autoridad para actuar cuarenta y dos meses;

13.6.- Y abrió la boca en blasfemias contra Dios, para calumniar y difamar su nombre, y para difamar su tabernáculo, es decir, los que habitan en el cielo.

13.7.- También le fue permitido, hacer guerra contra los santos, y vencerlos. También se le dio autoridad sobre cada tribu, pueblo, lengua y nación.

13.8.- Y lo adoraron todos los habitantes de la tierra, aquellos cuyos nombres, no fueron escritos en el libro de la vida del Cordero, que fue inmolado desde la fundación del mundo.

13.9.- Si alguien tiene oídos, oiga.

13.10.- Si alguien lleva en cautividad, para el cautiverio va. Si alguien mata a espada, será necesario que a espada muera. Aquí está la fe y la lealtad de los santos.

13.11.- Todavía vi otra bestia emerger de la tierra; tenía dos cuernos, semejantes a los de un cordero, pero hablaba como dragón.

13.12.- Ejerce toda la autoridad de la primera bestia, en su presencia. Hace que la tierra y sus habitantes adoren a la primera bestia; cuya herida mortal fue sanada.

13.13.- También hace grandes señales, provocando incluso, que descienda fuego, del cielo a la tierra, delante de los hombres.

13.14.- Engaña a los que habitan en la tierra con las señales que se le ha permitido ejecutar delante de la bestia, mandando a los que habitan en la tierra, hacer una imagen a la bestia; aquella que, herida de espada, sobrevivió.

13.15.- Y se le permitió infundir aliento a la imagen de la bestia, para que la imagen no solo hablase, sino que también matara, a todo aquel que no adorase la imagen de la bestia.

13.16.- A todos; los pequeños y los grandes, los ricos y los pobres, los libres y los esclavos; hace que se les pusiese una cierta marca en la mano derecha, ó en la frente,

13.17.- Para que nadie pueda comprar o vender, sino aquel que tuviese la marca, el nombre de la bestia ó el número de su nombre.

13.18.- Aquí está la sabiduría. Aquel que tiene entendimiento, que calcule el número de la bestia, pues es el número del hombre. Y su número es, seiscientos sesenta y seis.



CAPÍTULO 14


EL CÁNTICO DE LOS 144.000

14.1.- Miré, y he aquí, el Cordero en pie sobre el monte de Sion; y con él, ciento cuarenta y cuatro mil, que tenían escrito en la frente su nombre y el nombre de su Padre.

14.2.- Oí una voz venida del cielo, como estruendo de muchas aguas, y como sonido de un gran trueno; la voz que oí, también era como de arpistas, cuando tocan sus arpas.

14.3.- Entonaban un cántico nuevo delante del trono, delante de los cuatro seres vivientes y de los ancianos. Y nadie podía aprender el cántico, sino aquellos ciento cuarenta y cuatro mil que fueron redimidos de entre los moradores de la tierra

14.4.- Estos son los que no se contaminaron con mujeres, porque son castos. Son ellos los seguidores del Cordero, por donde quiera que vaya. Son los que fueron redimidos de entre los hombres, primicias para Dios y para el Cordero;

14.5.- Y no se encontró mentira en sus bocas; no tienen mancha.


EL MENSAJE DE LOS TRES ÁNGELES

14.6.- Vi otro ángel volando en medio del cielo, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, y a cada nación, y tribu, y lengua, y pueblo,

14.7.- Diciendo, a gran voz: Temed a Dios y dadle gloria, porque ha llegado la hora de su juicio; y adorad a aquel que hizo el cielo, y la tierra, y el mar, y las fuentes de aguas.

14.8.- Le siguió otro ángel, el segundo, diciendo: Ha caído, ha caído la gran Babilonia, que ha dado de beber a todas las naciones, del vino de la furia de su prostitución.

14.9.- Le siguió a éste, otro ángel, el tercero, diciendo, a gran voz: Si alguien adora a la bestia y a su imagen, y recibe su marca en la frente ó en la mano,

14.10.- También, ese, beberá del vino de la cólera de Dios, preparado, sin mezclas, del cáliz de su ira; y será atormentado con fue y azufre, delante de los santos ángeles y en la presencia del Cordero.

14.11.- Y el humo de su tormento, sube por los siglos de los siglos; y no tiene descanso, ni de día ni de noche, los adoradores de la bestia y de su imagen, y quien quiera que reciba la marca de su nombre.

14.12.- Aquí está la perseverancia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe en Jesús.

14.13.- Entonces, oí una voz desde el cielo, diciendo: Escribe: Bienaventurados los muertos que, a partir de ahora, mueren en el Señor. Si, dice el Espíritu, para que descansen de sus fatigas, pues sus obras les acompañan.


LA TIERRA ES SEGADA

14.14.- Miré, y he aquí una nube blanca, y sentado sobre la nube, un semejante al hijo del hombre, que tenía en la cabeza una corona de oro, y en la mano, una podadera afilada.

14.15.- Otro ángel salió del templo, gritando a gran voz al que estaba sentado sobre la nube: Toma tu podadera y cosecha, porque la hora de cosechar ha llegado, pues el trigo de la tierra está madura.

14.16.- Aquel que estaba sentado sobre la nube, paso su podadera sobre la tierra, y la tierra fue segada.

14.17.- Entonces, salió del templo, que está en el cielo, otro ángel, teniendo también, una podadera afilada.

14.18.- Salió, todavía, del altar, otro ángel; aquel que tiene autoridad sobre el fuego, y habló a gran voz, al que tenía la podadera afilada, diciendo: Toma tu podadera afilada y reúne los racimos de la vid de la tierra, porque sus uvas están maduras.

14.19.- Entonces, el ángel paso su podadera en la tierra, y vendimió la viña de la tierra, y lo echó en el gran lagar de la ira de Dios.

14.20.- Y el lagar fue pisado fuera de la ciudad, y corrió sangre del lagar hasta los frenos de los caballos, en una extensión de mil y seiscientos estadios.



CAPÍTULO 15


LOS ÁNGELES CON LAS SIETE POSTRERAS PLAGAS

15.1.- Vi en el cielo otra señal, grande y admirable: Siete ángeles que tenían las siete últimas plagas, porque con ellas está consumada la cólera de Dios.

15.2.- Vi como un mar de vidrio, mezclado con fuego; y a los vencedores de la bestia, de su imagen y del número de su nombre, que estaban en pie en el mar de vidrio, con las arpas de Dios;

15.3.- Y entonaban el cántico de Moisés, siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo: Grandes y admirables son tus obras, ¡Señor Dios, Todopoderoso!; justos y verdaderos son tus caminos, ¡Oh Rey de las naciones!

15.4.- ¿Quién no te temerá y no glorificará tu nombre, oh Señor? Pues sólo tú eres santo; por eso, todas las naciones vendrán y te adorarán, porque tus actos de justicia se han manifestado.

15.5.- Después de estas cosas, miré, y se abrió en el cielo, el templo del tabernáculo del testimonio,

15.6.- Y los siete ángeles que tenían las siete plagas, salieron del templo, vestidos de lino puro y resplandeciente, y ceñidos por el pecho con cintos de oro.

15.7.- Entonces, uno de los cuatro seres vivientes dio a los siete ángeles, siete copas de oro, llenas de cólera de Dios, que vive por los siglos de los siglos.

15.8.- El templo se llenó de humo, procedente de la gloria de Dios y de su poder, y nadie podía penetrar en el templo, hasta que se hubiesen cumplido las siete plagas de los siete ángeles.



CAPÍTULO 16

La copa, siete juicios (Ap. 16)
Las plagas de las siete copas (Ap. 16)


LAS COPAS DE IRA

16.1.- Oí, venida del templo, una gran voz, diciendo a los siete ángeles: Id y derramad sobre la tierra, las siete copas de la ira de Dios.

16.2.- Salió el primer ángel, y derramó su copa sobre la tierra, y, a los hombres portadores de la marca de la bestia y adoradores de su imagen, les sobrevinieron úlceras malignas y perniciosas.

16.3.- Derramó, el segundo ángel, su copa en el mar, y éste se convirtió en sangre como de muerto; y murió todo ser vivo que había en el mar.

16.4.- Derramó, el tercer ángel, su copa en los ríos y en las fuentes de agua, y se convirtieron en sangre.

16.5.- Entonces, oí al ángel de las aguas diciendo: Tú eres justo, oh Señor, tú el que eres y el que eras, el Santo, pues has juzgado estas cosas;

16.6.- Puesto que derramaron sangre de los santos y de los profetas, también sangre les has dado a beber; son dignos.

16.7.- Desde el altar, oí que se decía: Ciertamente, el Señor Dios, Todopoderoso, verdaderos y justos son tus juicios.

16.8.- El cuarto ángel derramó su copa sobre el sol, al cual le fue permitido, quemar a los hombres con fuego.

16.9.- En efecto, los hombres se quemaron con el intenso calor, y blasfemaron el nombre de Dios, que tiene autoridad sobre estas plagas, y ni siquiera se arrepintieron, para darle gloria.

16.10.- Derramó, el quinto ángel, su copa sobre el trono de la bestia, cuyo reino se convirtió en tinieblas, y los hombres se remordían la lengua, por causa del dolor que sentían,

16.11.- Y blasfemaron al Dios del cielo, por causa de las angustias y de las úlceras que sufrían, y no se arrepintieron de sus obras.

16.12.- Derramó, el sexto ángel, su copa sobre el gran río Eufrates, cuyas aguas se secaron, para que estuviese preparado el camino, para los reyes que vienen del lado del nacimiento del sol (oriente).

16.13.- Entonces, vi salir de la boca del dragón, de la boca de la bestia y de la boca del falso profeta, tres espíritus inmundos, semejantes a ranas;

16.14.- Pues son espíritus de demonios, que hacen señales, y se dirigen a los reyes del mundo entero, con el fin de reunirlos para la batalla del gran Día del Dios Todopoderoso.

16.15.- (He aquí que vengo, como viene el ladrón. Bienaventurado aquel que vigila y guarda sus vestidos, para que no ande desnudo, y no se vea su vergüenza.)

16.16.- Entonces, los reunió en el lugar que en hebreo se llama, Armagedón (Har Megiddo).

16.17.- Entonces, derramó, el séptimo ángel, su copa por el aire, y salió una gran voz desde el templo del cielo, del lado del trono, diciendo: ¡Hecho está!

16.18.- Y hubo relámpagos, voces y truenos, y ocurrió un gran terremoto, como nunca antes hubo igual, desde que hay gente sobre la tierra; como fue el terremoto, fuerte y grande.

16.19.- Y la gran ciudad se dividió en tres partes, y cayeron las ciudades de las naciones; y Dios se acordó de la gran Babilonia, para darle el cáliz de vino del furor de su ira.

16.20.- Toda isla huyó, y los montes no fueron encontrados;

16.21.- También cayó el cielo, sobre los hombres, una gran granizada, con piedras que pesaban, aproximadamente un talento; y debido a la plaga de la lluvia de piedras, los hombres blasfemaron contra Dios, porque su plaga era excesivamente grande.



CAPÍTULO 17

La gran Babilonia montada sobre la bestia (Ap. 17)


CONDENACIÓN DE LA GRAN MERETRIZ

17.1.- Vino uno de los siete ángeles que tenía una de las siete copas, y habló conmigo, diciendo: Ven, te mostraré el juicio de la gran meretriz, la que está sentada sobre muchas aguas,

17.2.- Con quien se prostituyeron los reyes de la tierra; y, con el vino de su libertinaje, fue que se embriagaron los que habitan en la tierra.

17.3.- El ángel me transportó, en espíritu, a un desierto; y vi a una mujer montada en una bestia escarlata; bestia repleta de nombres de blasfemia, con siete cabezas y diez cuernos.

17.4.- La mujer estaba vestida de púrpura y de escarlata, adornada de oro, de piedras preciosas y de perlas; tenía en su mano un cáliz de oro, lleno de abominaciones e inmundicias de su prostitución.

17.5.- En su frente, tenía un nombre escrito, un misterio: BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS MERETRICES Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA.

17.6.- Entonces, vi a la mujer embriagada con la sangre de los santos, y con la sangre de los testigos de Jesús; y, quedé asombrado con gran asombro.

17.7.- Pero el ángel me dijo: ¿Por qué te sorprendes? Yo te diré el misterio de la mujer y de la bestia que tiene las siete cabezas y los diez cuernos, que lleva a la mujer:

17.8.- La bestia que viste, era y no es; está para emerger del abismo y caminar hacia la destrucción. Y aquellos que habitan en la tierra; cuyos nombres no fueron escritos en el libro de la vida desde la fundación del mundo; se admiraran, viendo a la bestia que era y no es, pero aparecerá.

17.9.- Esto, para la mente que tenga sabiduría: Las siete cabezas son siete montes, en los cuales la mujer está sentada. Son también, siete reyes,

17.10.- De los cuales caerán cinco; uno existe, y el otro todavía no llegó; y, cuando llegue, debe durar poco.

17.11.- Y la bestia, que era y no es, también es él, el octavo rey, y procede de los siete, y camina hacia la destrucción.

17.12.- Los diez cuernos que viste, son diez reyes, los cuales todavía no han recibido reino, pero recibirán autoridad como reyes, juntamente con la bestia, durante una hora.

17.13.- Estos tienen un único pensamiento; y entregarán a la bestia; el poder y la autoridad que poseen.

17.14.- Ellos pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque Él es el Señor de señores y el Rey de reyes; también vencerán, los llamados elegidos y fieles que se hayan a su lado.

17.15.- Me dijo también: Las aguas que viste, donde la meretriz está sentada; son pueblos, multitudes, naciones y lenguas.

17.16.- Los diez cuernos que viste, y la bestia; aborrecerán a la meretriz, y la dejarán desolada y desnuda; y devorarán sus carnes, y la consumirán en el fuego.

17.17.- Porque en su corazón, infundió Dios, que realizarán su deseo; ejecutar y dar a la bestia el reino que posee; hasta que se cumplan las palabras de Dios.

17.18.- La mujer que viste, es la gran ciudad que domina sobre los reyes de la tierra.



CAPÍTULO 18


LA CAÍDA DE BABILONIA

18.1.- Después de estas cosas, vi descender otro ángel del cielo, que tenía gran autoridad, y la tierra se iluminó con su gloria.

18.2.- Entonces, exclamó con potente voz, diciendo: ¡Cayó! Cayó la gran Babilonia, y se convirtió en morada de demonios, guarida de toda especie de espíritu inmundo y escondite de todo género de ave inmunda y detestable,

18.3.- Pues todas las naciones han bebido del vino del furor de su prostitución. Con ella se prostituyeron los reyes de la tierra. También los mercaderes de la tierra se enriquecieron a costa de su lujuria.

18.4.- Oí otra voz proveniente del cielo, diciendo: Salid de ella, pueblo mío, para que no sean cómplices en sus pecados y no sean partícipes de sus flagelos;

18.5.- Porque sus pecados se han acumulado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de los actos perversos que ella práctico.

18.6.- Denle en retribución como ella les ha dado; páguenle el doble, según sus obras, y en el cáliz en que ella mezclo bebidas, mezclen el doble para ella.

18.7.- Cuanto como ella se ha glorificado y ha vivido en lujuria; denle en igual medida, tormento y luto, porque se dice a sí misma: Estoy sentada como reina. Viuda no soy. Luto, nunca veré.

18.8.- Por eso, en un solo día, vendrán sus flagelos: Muerte, luto y hambre; y será consumida en el fuego, porque poderoso es el Señor Dios, que la ha juzgado.

18.9.- Ahora, llorarán y se lamentaran sobre ella; los reyes de la tierra, que con ella se prostituyeron y vivieron en lujuria; cuando vean el humo de su incendio,

18.10.- Y, manteniéndose a distancia, por el miedo de su tormento, dicen: ¡Ay! ¡Ay! Tú, la gran ciudad, Babilonia; tú, ¡poderosa ciudad! Pues, en sólo una hora, llegó tu juicio.

18.11.- Y, sobre ella, lloran y se lamentan los mercaderes de la tierra, porque ya nadie compra sus mercancías,

18.12.- Mercadería de oro, de plata, de piedras preciosas, de perlas, de lino finísimo, de púrpura, de seda, de escarlata; y toda especie de madera olorosa; todo género de marfil; toda calidad de muebles de madera preciosísima; de bronce, de hierro y mármol;

18.13.- Y canela, especias aromáticas, incienso (olíbano), ungüento, bálsamo (mirra), vino, aceite, flor de harina, trigo, ganado y ovejas; y de caballos, de carros, de esclavos, y hasta almas humanas.

18.14.- Los frutos maduros que tu alma tanto codicio, se apartaron de ti; y para ti se extinguió todo lo que es delicado y esplendido, y nunca más serán encontrados.

18.15.- Los mercaderes de estas cosas, que, por medio de ella, se enriquecieron, se mantienen lejos, por el miedo de su tormento, llorando y lamentando,

18.16.- Diciendo: ¡Ay! ¡Ay de la gran ciudad, que estaba vestida de lino finísimo, de púrpura, y de escarlata, adornada de oro, y de piedras preciosas, y de perlas,

18.17.- Porque, en solo una hora, quedó devastada tamaña riqueza! Y todo piloto, y todo aquel que navega libremente, y marineros, y cuantos trabajan en el mar, se mantuvieron lejos.

18.18.- Entonces, viendo el humo de su incendio, gritaban: ¿Qué ciudad se compara a la gran ciudad?

18.19.- Echaron polvo sobre sus cabezas y, llorando y lamentándose, gritaban: ¡Ay! ¡Ay de la gran ciudad; en la cual se enriquecieron, todos los que poseían navíos en el mar, a costa de su opulencia; porque en solo una hora, fue devastada!

18.20.- Alégrate sobre ella, cielos, y vosotros; santos, apóstoles y profetas; porque Dios les ha hecho justicia, juzgándola.

18.21.- Entonces, un ángel fuerte levanto una piedra; como una gran piedra de molino; y la arrojo hacia el mar, diciendo: Así; con ímpetu; será arrojada Babilonia, la gran ciudad; y nunca jamás será encontrada.

18.22.- Y voz de arpistas, de músicos, de tocadores de flautas y de clarines; jamás en ti, se escucharán; ni ningún artífice de cualquier arte; jamás en ti, se encontrará; y jamás en ti se escuchará el ruido de la piedra del molino.

18.23.- Tampoco; jamás en ti brillará luz de vela; ni voz de novio ó de novia, jamás en ti se escuchará. Tus mercaderes, fueron los grandes de la tierra, porque todas las naciones fueron seducidas por tu hechicería.

18.24.- Y en ella se encontró sangre de profetas, de santos, y de todos los que han sido muertos sobre la tierra.



CAPÍTULO 19

Rey de reyes y Señor de señores (Ap. 19:11-16)
La bestia y el falso profeta en el lago de fuego (Ap. 19:20)


ALABANZAS EN EL CIELO

19.1.- Después de estas cosas, oí, proveniente del cielo, como una gran voz de numerosa multitud, diciendo: ¡Aleluya! La salvación y la gloria, y el poder, son de nuestro Dios,

19.2.- Porque verdaderos y justos, son sus juicios; pues ha juzgado a la gran meretriz que corrompía a la tierra con su prostitución; y de las manos de ella, ha vengado la sangre de sus siervos.

19.3.- Por segunda vez, dijeron: ¡Aleluya! Y su humo sube, por los siglos de los siglos.

19.4.- Los veinticuatro ancianos y los cuatro seres vivientes, se postraron y adoraron a Dios; que está sentado en el trono; diciendo: ¡Amén! ¡Aleluya!

19.5.- Salió una voz del trono, exclamando: Dar alabanzas a nuestro Dios, todos sus siervos, los que le temen, los pequeños y los grandes.

19.6.- Entonces, oí una voz como de numerosa multitud, como de muchas aguas, y como de fuertes truenos, diciendo: ¡Aleluya! Porque reina el Señor, nuestro Dios, Todopoderoso.

19.7.- Alegrémonos; gocemos y démosle la gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, cuya esposa ya se ha acicalado,

19.8.- Pues, le fue concedido vestirse de lino finísimo, resplandeciente y puro; porque el lino finísimo, son los actos de justicia de los santos.


LA CENA DE LAS BODAS DEL CORDERO

19.9.- Entonces, me habló el ángel: Escribe: Bienaventurados aquellos que son llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y añadió: Son éstas, las verdaderas palabras de Dios.

19.10.- Yo me postré ante sus pies para adorarlo. Pero Él me dijo: Ve; no hagas eso; soy consiervo tuyo, y de tus hermanos que mantienen el testimonio de Jesús. Adora a Dios; porque el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía.


EL JINETE DEL CABALLO BLANCO

19.11.- Vi el cielo abierto, y he aquí un caballo blanco. Su jinete se llama Fiel y Verdadero; y con justicia, juzga y pelea.

19.12.- Sus ojos son llamas de fuego; en su cabeza hay muchas coronas; tiene un nombre escrito, que nadie conoce, sino él mismo.

19.13.- Está vestido con un manto teñido de sangre, y su nombre es: El Verbo de Dios;

19.14.- Los ejércitos que hay en el cielo, le seguían; montando caballos blancos, con vestiduras de lino finísimo, blanco y puro.

19.15.- De su boca sale una espada afilada; para herir con ella, a las naciones; y él mismo las regirá con vara de hierro; y, personalmente, pisa el lagar del vino del furor de la ira de Dios Todopoderoso.

19.16.- En su manto y en su muslo, tiene un nombre escrito: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES.

19.17.- Entonces, vi un ángel de pie en el sol; y exclamó con gran voz, diciendo a todas las aves que vuelan en medio del cielo: Venid y reuníos para la gran cena de Dios,

19.18.- Para que comáis carnes de reyes, carnes de comandantes, carnes de poderosos, carnes de caballos y sus jinetes; carnes de todos; sean libres, sean esclavos, tanto pequeños como grandes.

19.19.- Y vi a la bestia y a los reyes de la tierra, con sus ejércitos, congregados para pelear; contra aquel que estaba montado en el caballo, y en contra de su ejército.

19.20.- Pero la bestia fue apresada; y con ella; el falso profeta que con las señales hechas delante de ella; había engañado a aquellos que recibieron la marca de la bestia, y eran adoradores de su imagen. Los dos fueron lanzados vivos, dentro del lago de fuego que arde en azufre.

19.21.- Los restantes fueron muertos, con la espada que salía de la boca de aquel que montaba a caballo. Y todas las aves se saciaron de sus carnes.



CAPÍTULO 20:

El ángel con la gran cadena (Ap. 20:1-2)
El dragón encadenado (Ap. 20:3)
El dragón liberado, para engañar a las naciones y reunirlas para la batalla (Ap. 20:7-8)
El dragón lanzado en el lago de fuego (Ap. 20:10)
El juicio del gran trono blanco (Ap. 20:11-13)
Los libros, y también el libro de la vida, son abiertos (Ap. 20:12-13)
El lago de fuego (Ap. 20:14-15)


LOS MIL AÑOS

20.1.- Entonces, vi descender un ángel del cielo; tenía en su mano, la llave del abismo, y una gran cadena.

20.2.- Él amarró al dragón, la antigua serpiente, que es el diablo, Satanás, y los ató por mil años;

20.3.- Lo arrojó en el abismo, lo encerró y puso el sello sobre él; para que no volviera a engañar a las naciones, hasta que se hayan cumplido los mil años. Después de esto, es necesario que sea liberado por poco tiempo.

20.4.- También vi tronos, donde se sentaron aquellos, a quienes se les dio autoridad para juzgar. Vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús, y por causa de la palabra de Dios. Todos, quienes no habían adorado a la bestia, ni tampoco a su imagen, y no recibieron la marca en la frente y en la mano; vivieron y reinaron con Cristo, durante mil años.

20.5.- Los restantes muertos no revivirán, hasta que se cumplan los mil años. Ésta es la primera resurrección.

20.6.- Bienaventurado y santo es aquel que forma parte de la primera resurrección; sobre ellos la segunda muerte no tiene autoridad; por el contrario, serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con Él, los mil años.

20.7.- Sin embargo, cuando se completen los mil años, Satanás será liberado de su prisión,

20.8.- Y saldrá a engañar a las naciones que existen en las cuatro esquinas de la tierra, a Gog y Magog, con el fin de reunirlas para la batalla. El número es como la arena del mar.

20.9.- Marcharon, entonces, por la superficie de la tierra, y rodearan el campamento de los santos, y a la ciudad amada; pero descendió fuego del cielo, y los consumió.

20.10.- El diablo, el que los engaña, fue lanzado para dentro del lago de fuego y azufre, donde ya se encuentran, no sólo la bestia, sino también el falso profeta; y serán atormentados de día y de noche, por los siglos de los siglos.


EL JUICIO ANTE EL GRAN TRONO BLANCO

20.11.- Vi un gran trono blanco, y a quien en el se sienta; de delante de él huyeron, la tierra y el cielo, y no se encontró lugar para ellos.

20.12.- Vi también a los muertos, los grandes y los pequeños, de pie delante del trono. Entonces, se abrieron libros. Y otro libro, el libro de la vida fue abierto. Y los muertos fueron juzgados, según sus obras, de acuerdo a lo que estaba escrito en los libros.

20.13.- El mar entregó los muertos, que en él estaban. La muerte y el Hades entregaron los muertos que en ellos había. Y fueron juzgados, uno por uno, según sus obras.

20.14.- Entonces, la muerte y el infierno fueron lanzados para dentro del lago de fuego. Ésta es la segunda muerte, el lago de fuego.

20.15.- Y, si alguien no estaba inscrito en el libro de la vida, ese fue lanzado para dentro del lago de fuego.



CAPÍTULO 21

La ciudad cuadrada, la nueva Jerusalén (Ap. 21:1-21)
Los cimientos y puertas de la ciudad (Ap. 21:12-14 y Ap. 21:19-20)
A través de las puertas de la ciudad eterna (Ap. 21:21-27 y Ap. 22:1-6)
El rapto (1 Tesalonicenses 4 y Mateo 24)


NUEVO CIELO Y NUEVA TIERRA

21.1.- Vi nuevo cielo y nueva tierra, pues el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existe.

21.2.- Vi también a la ciudad santa, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de parte de Dios, ataviada como novia dispuesta para su esposo.

21.3.- Entonces, oí una gran voz venida del trono, diciendo: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres. Dios habitará con ellos. Ellos serán pueblo de Dios, y Dios mismo estará con ellos.

21.4.- Y les enjuagará toda lágrima de los ojos, y la muerte ya no existirá, ya no habrá luto, ni llanto, ni dolor, porque las primeras cosas pasaron.

21.5.- Y aquel que está sentado en el trono dijo: He aquí que hago todas las cosas. Y agregó: Escribe, porque estas palabras son fieles y verdaderas.

21.6.- Él me dijo: Todo está hecho. Yo Soy el Alfa y el Omega, el Principio y el Fin. Yo, a quien tiene sed, daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida.

21.7.- El vencedor heredará estas cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo.

21.8.- Pero los cobardes, los incrédulos, los abominables, los asesinos, los impuros, los hechiceros, los idólatras y a todos los mentirosos; la parte que les cabe, será en el lago que arde con fuego y azufre, es decir, la segunda muerte.


LA NUEVA JERUSALÉN

21.9.- Entonces, vino uno de los siete ángeles que tenía una de las siete copas llenas de las últimas siete plagas, y habló conmigo, diciendo: Ven, te mostraré a la novia, la esposa del Cordero;

21.10.- Y me transportó, en espíritu, hasta una grande y alta montaña, y me mostró a la ciudad santa, Jerusalén, que descendía del cielo, de parte de Dios,

21.11.- La cual tiene la gloria de Dios. Su fulgor era semejante a una piedra preciosísima, como piedra de jaspe cristalina.

21.12.- Tenía una gran muralla, doce puertas, y, junto a las puertas, doce ángeles, y, sobre ellas, nombres escritos; que son los nombres de las doce tribus de los hijos de Israel.

21.13.- Tres puertas se encontraban al este; tres, al norte; tres al sur; y tres al oeste.

21.14.- La muralla de la ciudad tenía doce columnas, y estaban sobre éstos, los doce nombres de los doce apóstolos del Cordero.

21.15.- Aquel que hablaba conmigo, tenía una vara de oro, por medida; para medir la ciudad, sus puertas y su muralla.

21.16.- La ciudad es cuadrada, de longitud y anchura iguales. Y midió a la ciudad con la vara, hasta doce mil estadios. Su longitud, anchura y altura son iguales.

21.17.- Midió también su muralla, ciento y cuarenta y cuatro codos; medida de hombre, es decir, de ángel.

21.18.- La estructura de la muralla es de jaspe, la ciudad es de oro puro, semejante a vidrio límpido.

21.19.- Las columnas de la muralla de la ciudad están adornados de toda especie de piedras preciosas. La primera columna es de jaspe; la segunda, de zafiro; el tercero, de calcedonia; y el cuarto, de esmeralda;

21.20.- La quinta, ónix; la sexta, de cornalina; la séptima, de crisólito; la octava, de berilo; la novena, de topacio; la décima, de crisoparso; la undécima, de jacinto; y la duodécima, de amatista.

21.21.- Las doce puertas son doce perlas; y cada una de esas puertas, es una perla. La plaza de la ciudad es de oro puro, como vidrio transparente.

21.22.- En ella, no vi templo; porque su templo es el Señor, el Dios Todopoderoso, y el Cordero.

21.23.- La ciudad no necesita ni del sol, ni de la luna, para darle claridad; pues la gloria de Dios la iluminó, y el Cordero es su lámpara.

21.14.- Las naciones andarán a través de su luz, y los reyes de la tierra le traen su gloria.

21.15.- Sus puertas, nunca jamás se cerrarán de día; porque en ella no habrá noche.

21.16.- Y le llevarán la gloria y el honor de las naciones.

21.17.- En ella, nunca jamás penetrará cosa alguna que esté contaminada, ni los que practican abominación y mentira; solamente los inscritos en el libro de la vida del Cordero.



CAPÍTULO 22

La coronación


22.1.- Entonces, me mostró el río del agua de la vida, brillante como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero.

22.2.- En el medio de la plaza, en uno y el otro lado del río, está el árbol de la vida; que produce doce frutos, dando su fruto, de mes a mes; y las hojas de los árboles son para la sanación de los pueblos.

22.3.- Nunca más habrá cualquier maldición. En ella, estará el trono de Dios y del Cordero. Sus siervos le servirán,

22.4.- contemplarán su rostro, y en su frente está el nombre de él.

22.5.- Entonces, ya no habrá noche; ni necesitarán luz de vela, ni de la luz del sol, porque el Señor Dios brillará sobre ellos; y reinarán por los siglos de los siglos.


LA VENIDA DE CRISTO ESTÁ CERCA

22.6.- Me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. El Señor, el Dios de los Espíritus de los profetas, envió su ángel para mostrar a sus siervos, las cosas que en poco tiempo deben suceder.

22.7.- He aquí, vengo sin demora. Bienaventurado aquel que guarda las palabras de la profecía de este libro.

22.8.- Yo, Juan, soy quien oyó y vio estas cosas. Y, cuando las oí y vi; me postré a los pies del ángel que me mostró esas cosas; para adorarlo.

22.9.- Entonces, él me dijo: Mira, no hagas eso; yo soy tu consiervo, y el de tus hermanos, los profetas, y de los que guardan las palabras de este libro. Adora a Dios.

22.10.- Y me dijo también: No selles las palabras de la profecía de este libro, porque el tiempo está cerca.

22.11.- Continúe el injusto, haciendo injusticia; continúe el inmundo, siendo inmundo; el justo que continúe la práctica de la justicia; y el santo que continúe a santificarse.

22.12.- He aquí, que vengo sin demora; y conmigo está el galardón, que tengo que retribuir a cada uno, según sus obras.

22.13.- Yo soy el Alfa y el Omega, el Primero y el Último, el Principio y el Fin.

22.14.- Bienaventurados aquellos que lavan sus vestiduras (en la sangre del Cordero), para tener derecho al árbol de la vida, y puedan entrar por las puertas de la ciudad.

22.15.- Afuera quedan los perros, los hechiceros, los impuros, los asesinos, los idólatras y todo aquel que ama y práctica la mentira.

22.16.- Yo, Jesús, envíe a mi ángel para dar testimonio de estas cosas, a las iglesias. Yo soy la Raíz y la Generación de David; la brillante estrella de la mañana.

22.17.- El Espíritu y la novia dicen: ¡Ven! Aquel que escucha, diga: ¡Ven! Aquel que tiene sed, venga; y el que quiera, tome gratuitamente del agua de la vida.

22.18.- Yo, a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este libro, testifico: Si alguien le añadiere alguna cosa; Dios le aumentará los flagelos escritos en este libro;

22.19.- Y, si alguien quita palabras de esta profecía, Dios le quitará su parte, del árbol de la vida, de la ciudad santa y de las cosas que están escritas en este libro.

22.20.- Aquel que da testimonio de estas cosas, dice: Ciertamente, vengo sin demora. ¡Amén!
¡Vem, Señor Jesús!

22.21.- La gracia del Señor Jesús, sea con todos.



Editado y traducido al español, por Mikaël y SaräAmma (Domingos y Ana)
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